Tuesday, January 24, 2006

EL MUNDO EXPRESADO POR LOS QUODREM

Los Quodrem están en nuestra memoria, todo lo vivido está en nuestra memoria, y cada cosa en el mundo, y el mismo mundo es un signo de la existencia de los Quodrem, cada Quodrem continua viviendo en los signos que dejó en el mundo.

La única evidencia de la antigua existencia de los Quodrem, son las historias que cuentan de las batallas y enfrentamiento entre El Señor de las Sombras o el Innombrable y los héroes humanos, Vajal, evarigas, o anadianos. Historias incluidas en "Las Crónicas de Marava".

En las poesías de Anhar Gozhiam, se relata la visión de una Reina Vajal. En ella, como un recuerdo de primera fuente, se ven dos bestias de tamaño descomunal luchando contra el fondo nublado del cielo... ...Anhar indica que ella misma con el tiempo reconoció en una de esas bestias al propio Señor de las Sombras, que la tuvo cautiva hasta la batalla final eque hombres y no hombres lo derrotaron para darle muerte.

¿Quién era la otra Bestia? Los Vajal, también conocidos como “quienes han nacido con el don del habla” se reconocen desde su nacimiento como hijos del Mastlam, ninguno de ellos fue parido, más todos vieron el mundo por primera vez en el Lago Subterráneo del Noreste, conocido como la Ayé Vajelam o la Boca del Mastlam. La Reina Vajal relató personalmente sus visiones a Anhar Gozhiam, es lo que se puede leer en sus propios escritos, según él,ella mismo le confesó que su convicción era que el propio Mastlam, vivido como un padre, fue la bestia que cayó en combate con el Innombrable.

Los Quodrem están en nuestra memoria, aunque no fueron vividos directamente por nosotros, otros los vivieron y han transmitido su existencia. La memorias antiguas han escrito sobre uno, dos o tres de ellos. Otros son recordados en relación al Señor de las Sombras. Pero de la mayoría de ellos, sólo sospechamos que existieron. ¿Por qué se numeran en diez? De aquello no hay explicación, sólo podríamos decir que Anhar Gozhiam tomó el nombre de un antiguo juego de cartas de los reinos humanos, un juego ordenado en grupos de diez.

Friday, January 06, 2006

EL SEÑOR DE LAS SOMBRAS

De los versos de Anar Gozhiam me llamó la atención la continua referencia al Señor de las Sombras, y me puse a investigar tanto en el texto que obtuvo de mi abuela como de otras referencia que había obtenido en algunas bibliotecas públicas.

Evidentemente, y como lo dicen los versos, el Señor de las Sombras había sido el último de los Quodrem, también era conocido como el Innombrable. Mas, el dato más relevante me indicaba que "Las Crónicas de Marava", de la que había escuchado referencias al encontrar los versos de Anar Gozhiam, contaba las historias y acontecimientos que antecedían el fin del reinado de aquel personaje.

De allí, concluí que los Quodrem habían habitado el mundo, pero además, los versos me indicaban que cada uno de ellos había hecho un aporte al mundo, "habían tenido hijos", que eran parte del mundo que el Señor de las Sombras dominaba y reinaba. De ese modo, los versos revelaban una cosmogonía, no una de siete días como la tradición monoteísta occidental, si no una que construía el universo con el pasar de las eras, y cada edad estaba marcada por el reinado compartido de los Quodrem.

Monday, January 02, 2006

PRMEROS INDICIOS

Anar Gozhiam en sus poemas establece los atributos de los Quodrem, a continuación algunos versos especialmente escogidos (La traducción es mía).

El Vacío Primordial es el fondo de la vida.
Lo llamo vacío, pues de él no puedo conocer nada,
Lo llamo primordial porque es la fuente de todo,
Mas me gusta pensarlo como dos niños que juegan frente a un lago,
El primero ordena, el segundo desordena, locura sin sentido.
Su juego se refleja en el espejo de agua,
Pero al mirar fijamente el reflejo,
Este se quiebra para dejar ver las imágenes del Mundo.
El Mundo no es más que el reflejo de dos niños jugando frente a un espejo.
Así son los Quodrem, las primeras diez imágenes reflejadas en el espejo.

El Señor de las Sombras reconoció antes de su fin,
Que vio nacer el tiempo y el espacio de la colisión de sus hermanos,
Que vio flotando a la inmortal roca convexa, hoy conocida como Wedder
Que vio nacer la tierra desde la lava de un Volcán en eterna erupción,
Que vio poblarse el mundo de animales y bestias,
Que vio aparecer al hombre y su lenguaje.
Que vio aparecer a los Quodrem a través de las palabras,
Que luchó contra Mastlam y vio el nacimiento de los Vajal.
Que fue encadenado por el Mar y creyó matar a Anhad.

El Señor de las Sombras, fue el último Quodrem,
Tras de sí, la creación que había bloqueado,
Se abrió a los hijos de sus hermanos.
El Aire (o espacio vacío), el tiempo y la tierra,
Que habían recibido a Wedder, las bestias y al hombre.
La Guerra que había visto nacer a los Vajal y a las aguas marinas,
Y que en los últimos años, desbordó la pasión del los hijos del Anhad,
Todos ellos recibieron de la gracia del Innombrable,
Un mundo nuevo, de desatada fertilidad, abierto al futuro,
Donde los frutos de los Quodrem reconocieron su unidad a partir de los muchos.

Thursday, December 29, 2005

LAS FUENTES

La primera vez que escuché oir de los Quodrem, fue cuando un niño leía en voz alta un antiguo y maltratado libro en la casa de mis abuelos. La palabra me pareció tan extraña que me acerqué y se lo pedí, sin mucha amabilidad, como si me perteneciera y me lo hubiesen quitado. Sus páginas tenían un texto en forma versos, y su autor tenía un nombre tan extraño como aquella palabra que me había dado tanta curiosidad: Anar Gozhiam.

El Libro no tenía título, y yo lo distinguí como los versos de Anar Gozhiam. En el prefacio se indicaba que aquella era una recopilación extraída de los anexos de una basta obra títulada "Las Crónicas de Marava", una apreciada reina de la antigua marca de Derival Amakelam. Yo nunca había escuchado hablar de ella, y menos de aquel lugar, así que la curiosidad me inundaba.

Pregunté al niño ¿Dónde había encontrado ese Libro? Y su respuesta fue simple y tranquilizadora, de la biblioteca de mi propio abuelo. Acto seguido, me dirigí hacia esa habitación con la esperanza de también encontrarlo a él. Pero sólo estaba mi abuela reordenando algunos tomos de una enciclopedia, que no tenía dudas había desordenado yo mismo.

Le pregunté a ella por ese libro. Ella me indicó que lo habían comprado en uno de sus viajes para uno de mis tíos y que jamás se lo habían entregado, porque lo habían perdido, y que hacía unos pocos meses ella misma lo había encontrado en una antigua maleta.

Le pedí que me lo regalara, ella inmediatamente accedió y al día siguiente cuando el niño que lo leía lo regreso al estante, donde pertenecía, lo tomé y lo llevé conmigo.

Desde ese día, he repasado esos versos y he buscado con mediana suerte, publicaciones de "Las Crónicas de Marava", pero sólo he encontrado algunas referencias de ellas, en librerías de viejos.